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Pontevedra, la capital de las Rías Baixas

Pontevedra cuenta con una holgada cifra de galardones y reconocimientos internacionales tanto por una honesta praxis en materia de movilidad sostenible y accesibilidad, como por un modelo urbano enfocado en las personas. Su clima moderado, de veranos soleados e inviernos suaves, acompaña para que el verde predomine en sus paisajes.

Pontevedra, la capital de las Rías Baixas. Una ciudad para vivirla

Por esto y mucho más, la ONU la ha declarado la ciudad más cómoda para vivir en Europa, el Premio Internacional de Dubai reconoce que desarrolla las sobresalientes prácticas para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes y la neoyorquina Fundación Bloomberg alaba su modelo urbano, por mencionar algunos.

La experiencia que ofrece es el resultado de 20 años de una política municipal intensiva para aplicar un nuevo modelo urbano. Entonces, la ciudad comenzó a moverse en dirección contraria al resto del planeta. Aquella urbe conquistada por coches y humos impulsó en aquel momento un plan para peatonalizar y limitar el acceso sobre ruedas al centro histórico y al ensanche. Hoy, solo está permitido el tráfico de coches imprescindible para que la ciudad funcione.

Cuenta con uno de los cascos históricos mejor conservados de toda Galicia, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1951. Testigo en piedra del esplendor medieval que vivió la ciudad.

Junto a la ría pontevedresa, la antigua urbe extiende su entramado de calles y plazas que guardan importantes edificaciones civiles y religiosas que incluyen historia, cultura, ocio, paisaje y ese atractivo singular que posee lo añejo.

Brinda planes culturales de referencia como el Museo de Pontevedra, el más completo para entender la cultura gallega. Se vanagloria de un acervo histórico que integra la extraordinaria capilla de la Virgen Peregrina, con planta en forma de vieira situada al pie del Camino Portugués a Santiago, y de un patrimonio natural con más de 20 kilómetros de senderos que parten desde su núcleo urbano.
Y aún albergando un infinito listado de reclamos turísticos, esto no es su mayor seña. Pontevedra es una ciudad donde la visita se hace ineludible porque invita a una experiencia inmejorable: vivirla a pie y disfrutarla con los sentidos.

Pontevedra

La ciudad está siempre llena de gente que va y viene. Sus habitantes disfrutan de caminar cada día, porque saben que la calle o la plaza en la que viven es la continuación de su propia casa; los peregrinos que siguen el Camino Portugués a Santiago y los cada vez más numerosos visitantes.

Pasear por sus evocadoras y empedradas calles, que se abren continuamente a acogedoras plazas que te invitan a sentarte a tomar algo en una terraza; y el ambiente familiar te llama a quedarte. Estas plazas en varios casos mantienen el nombre de su vocación mercantil tradicional, como A Verdura, A Ferraría o A Leña, esta última con casas de cantería granítica, soportales, galerías y un cruceiro en el centro que conforman una de las postales más conocidas de la urbe.

Ruínas Pontevedra

En la plaza de A Ferraría, se descubre un amplio espacio abierto que incluye la plaza de A Estrela y los jardines de Casto Sampedro, verdadera alma de la ciudad, lugar de paso, ocio y celebraciones variadas.
En la plaza de O Teucro, nombre del legendario fundador griego de la ciudad, podrás divisar varios pazos barrocos dieciochescos (Gago, Montenegro, el del conde de San Román y Pita).

Todas conforman un gran escenario urbano para el ocio que se convierte en un espléndido marco para el vermú, el café o las copas. A la hora de comer la ciudad se transforma en un auténtico restaurante al aire libre, lleno de propuestas tradicionales e innovadoras, con todos los matices que puedas imaginar, adaptándose a todos los gustos.

Un cosmos de propuestas —irse de compras o de paseo, gestiones, trabajo o tertulias— asoman a las calles de una ciudad que no entiende de centros comerciales, precisamente para defender estas calles llenas de vida, de comercio y de valores.

Las plazas y calles son el corazón y las arterias de Pontevedra, que generan la energía vital para la ciudad durante todo el año. Algunas de estas calles son interiores, con galerías comerciales, otras convertidas en bulevares de palmeras, olivos y árboles de hoja caduca.

Pontevedra es sosiego, tranquilidad, paz, pero también tiene mucho que ver y por donde caminar. A unos metros del centro de la ciudad el visitante puede disfrutar de un paseo por las orillas del río Lérez, ofreciendo al caminante un encanto muy evocador, con rincones agradables que parecen sacados de un cuento. Entre ellos recomendamos la Illa das Esculturas, en la que se puede disfrutar de un paseo que combina naturaleza y cultura. En esta isla fluvial de siete hectáreas, se puede admirar una de las mejores muestras escultóricas de los más destacados artistas contemporáneos, al mismo tiempo que se pasea por un espacio natural de gran valor ecológico con más de 228 especies diferentes de árboles y 133 de aves.

Cerca encontrarás la playa fluvial del Lérez diseñada para aquellos que prefieren disfrutar del agua dulce en las jornadas de calor, con espacios para el ocio y la diversión.
Además, en el cercano municipio de Campo Lameiro también podremos gozar de uno de los mayores yacimientos de grabados rupestres al aire libre de Europa.

Si lo que realmente al visitante le gusta es el patrimonio arquitectónico, es preciso visitar la basílica de Santa María, un templo finalizado por los marineros en el siglo XVI con su fachada plateresca, una labrada joya de piedra que habla del grandioso poder de la ciudad en el inicio de la modernidad; empaparse de la autenticidad espiritual de la iglesia de San Francisco; conocer las ruinas de la iglesia gótica de Santo Domingo, construida en el siglo XIII y luego parcialmente derribada a principios del siglo XX; acercarse hasta el templo juguetón y barroco de San Bartolomé, de columnas gigantes y sólidos contrafuertes, bajo los que caminar tranquilamente y contemplar la inusual imagen de una virgen embarazada; o ver el antiguo convento de Santa Clara.

La visita también ilusiona si queremos encontrar patrimonio arqueológico e histórico. Puedes comprobar cómo fue evolucionando la ciudad en el Centro de Interpretación de las Torres Arzobispales, que aprovecha el foso de una antigua fortificación como espacio expositivo. Muy cerca, en el Campiño de Santa María, también existen restos de la muralla y de los viejos torreones, entre las que destaca la torre de Tristán de Montenegro.

En el puente del Burgo puedes visitar el resultado de las excavaciones de los antiguos muelles, vías públicas y el propio puente, que tiene enterrados cuatro de los 15 arcos que tenías en origen.
Resulta ineludible pasar por alguno de los seis edificios del Museo de Pontevedra, una de las grandes joyas de la cuidad, que incluye una colección de orfebrería en oro única en Europa con más de 4.000 años de antigüedad, colecciones emblemática de piezas arqueológicas, platería y pinturas; una reproducción exacta de una cámara del barco del almirante Méndez Núñez; la mayor parte de la obra de Castelao, intelectual imprescindible para entender la Galicia del siglo XX; aparatos y mobiliario de navegantes; escultura religiosa y piezas de azabache; una colección de pintura romántica e histórica con una sala dedicada a Francisco de Goya y otra a Joaquín Sorolla; o sus exposiciones temporales.

Vista aérea capilla de la Virgen Peregrina
Vista aérea capilla de la Virgen Peregrina

Para completar la vertiente cultural de la visita nada mejor que recorrer una singular colección escultórica. Un agradable paseo por el centro histórico, prestando especial atención a sus fachadas de piedra te permitirá encontrar docenas de escudos familiares con ejemplos de todo el universo heráldico imaginable, especialmente en las plazas de O Teucro, Curros Enríquez y Méndez Núñez y en los diversos pazos urbanos que existen, herencias de la hidalguía que se fue asentando en la ciudad a lo largo del tiempo, fiel testimonio de su pasado esplendoroso.

Los puentes son otra de las joyas de la ciudad, en­tre los que destaca el medieval de O Burgo, úni­co hasta que a inicios del siglo XX se construyó el de A Barca, una espectacular arcada metálica sustituida más tarde por otra de hormigón. Los nuevos puentes de Os Tirantes y As Correntes, el peatonal de la isla de O Covo y el ferroviario, consagran agra­dables combinaciones de funcionalidad y belleza paisajística. A tan solo seis kilómetros, en Bora, existe un encan­tador puente de piedra, y 10 kilómetros más al sur el otro gran puente jacobeo, Ponte Sampaio, sobre el río Verdugo, escenario de batallas legen­darias.
Si a todo esto se suma, que está a unos kilómetros de espectaculares zonas de costa, queda acreditado que Pontevedra es un destino para que todo el mundo disfrute.

Pontevedra es una ciudad donde la visita se hace ineludible porque invita a una experiencia inmejorable: vivirla a pie y disfrutarla con los sentidos

+ Info: Visit Pontevedra

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