La provincia de Pontevedra es conocida por sus playas paradisíacas, costas abruptas, su sabrosa gastronomía marinera o el imponente verde de sus bosques. Pero las Rías Baixas son mucho más.
Turismo en la provincia de Pontevedra. La belleza escondida de lugares únicos
Sobre la frase “la belleza está en el interior”, la provincia puede presumir, como pocas, de una riqueza natural, patrimonial, cultural y gastronómica únicas, que engloba villas, aldeas, tradiciones, fiestas, el Camino de Santiago o una amplia oferta de turismo activo. Estos tesoros se deben en buena medida a uno de sus bienes más preciados, que da forma a lugares y forja las costumbres por donde pasa: el agua y los recursos hídricos que nutre el paisaje al paso de sus ríos y regatos, desde el soberbio Miño, frontera natural con Portugal al sur, al imponente Ulla, que marca el límite de la provincia por el norte. Todos crean parajes singulares de pozas, playas fluviales, cascadas exuberantes como la de O Toxa en Silleda o las de Raxoi, en Valga. El agua genera belleza a lo largo y ancho de la provincia en bosques como los Sobreirais do Arnego, las Brañas do Xestoso, las fragas de Catasós en Lalín, o el jardín botánico y el robledal de Caldas de Reis, declarado Paraje Pintoresco y Jardín Histórico.

De referencia son sus impresionantes balcones panorámicos en dorsales montañosas como las de la Serra do Galiñeiro, de 12 kilómetros de longitud; la Serra do Cando con 712 metros de altitud; o la imponente Serra do Candán, que cruza los ayuntamientos de Lalín, Silleda y Forcarei. El placer del termalismo se disfruta en los balnearios de Mondariz, Caldas o Cuntis, o en las termas al aire libre de Teáns, en Salvaterra do Miño. Las costumbres ancestrales se recuerdan en los molinos de Barosa y su ruta de senderismo, o en los de O Picón y O Folón en O Rosal. Más de 60 rutas de senderismo, como la del río Deza en Silleda, el sendero azul del río Verdugo o la encantadora ruta de la Piedra y el Agua de Ribadumia; o las diferentes actividades de turismo activo con rutas de BTT, rafting, barranquismo, descenso de cañones y muchas más; jalonan la provincia. Descubrir estos lugares y practicar deporte al aire libre, con el paisaje y el rumor del agua como telón de fondo, es sinónimo de vivir experiencias genuinas con el sello inconfundible 100% Rías Baixas.
Desde las comarcas de Caldas, Deza y Tabeirós o Terra de Montes al norte hasta las zonas de O Condado- Paradanta y Baixo Miño al sur, pasando por la comarca de Pontevedra y el interior del Salnés, una de las zonas turísticas por excelencia, la provincia muestra su esencia más pura
El origen de la cultura y ADN de la provincia se dejan entrever, entre otros, en castros como el de Troña en Ponteareas o el de Castrolandín en Cuntis con su centro de interpretación; en petroglifos como el de Campo Lameiro, la mayor concentración de arte rupestre al aire libre de Europa; o los de Tourón en Ponte Caldelas, con los grabados más singulares de Galicia. De norte a sur, es posible encontrar valiosos yacimientos, viajar al pasado y revivir la atmósfera de las antiguas civilizaciones.

Mención especial merece el patrimonio cultural, espiritual y señorial de la provincia, forjado a través de los siglos en las piedras de sus majestuosos pazos y el exuberante paisajismo de sus jardines. Ejemplo distinguido son el pazo de Oca en A Estrada, conocido como el Versalles gallego; el de Quinteiro da Cruz, en Ribadumia, con más de 900 especies de camelias; el pazo de Liñares en Lalín, o el de Torre Moreira en Arbo.

Capítulo propio merecen los legendarios castillos, particularmente el de Soutomaior, propiedad de la Diputación de Pontevedra, con un museo en su interior y un espectacular jardín declarado de Excelencia Internacional; y el de Sobroso, en Ponteareas, gestionado por la misma institución, también musealizado y custodiado por un gran parque forestal. La historia y el paisaje, en perfecta comunión.

Galicia siempre ha estado muy ligada al culto religioso. Entre los templos más célebres del territorio encontramos la catedral de Tui, puerta de entrada del Camino Portugués desde la orilla del Miño; la iglesia de la Peregrina de Pontevedra, con una original forma de vieira; y la de San Xoán do Sisto en Dozón, con unos frescos renacentistas considerados el mejor conjunto pictórico del Renacimiento Gallego. Antiguos monasterios convertidos en remansos de paz, conforman un patrimonio milenario enmarcado en sensacionales paisajes, conservando intacta su solemnidad y su majestuosidad, como se muestra en los cenobios de Carboeiro en Silleda; el de Aciveiro en Forcarei; el de San Pedro de Vilanova de Dozón; el de Armenteira en Meis, precursor en el cultivo de la vid en la zona; o el de San Salvador de Camanzo, en Vila de Cruces.

Como parte del legado espiritual de la provincia, tres son las rutas jacobeas que atraviesan el interior en su camino hacia Santiago de Compostela: el Camino Portugués, la Vía de la Plata y el Camino de Invierno. Además de otros itinerarios históricos como la Vía Mariana, Camiño de Taverneiro, Camiño da Geira, Arrieiros y el Camiño Miñoto-Ribeiro. Todos ofrecen experiencias inolvidables donde la naturaleza, el patrimonio, la cultura y la gastronomía se dan la mano.
Donde hay ríos, hay puentes. En Pontevedra sobresalen algunos históricos como el de Taboada en Silleda, o el puente Bermaña de Caldas de Reis, lugar de paso del Camino Portugués; Este legado se enriquece con construcciones más contemporáneas como el puente colgante de Calvelo (Cerdedo- Cotobade), con 30 metros de largo y 15 de altura. En este municipio encontramos también los espectaculares conjuntos de hórreos de A Eira da Ermida y Grande, los más grandes de Galicia; mientras que en Agolada se hallan los históricos pendellos y su original feria de artesanía. Un patrimonio popular que mantiene intacto el espíritu de antaño.

Pero, ¿qué es Galicia sin una gastronomía de referencia? Destacan el cocido de Lalín y la lamprea de Arbo, reconocidos ambos con fiestas de Interés Turístico Internacional; la fiesta del lacón con grelos de Cuntis; el gallo de corral de Vila de Cruces; la richada o croca de Forcarei, o la carne de caza como jabalí, codornices o venado de Rodeiro. Aquí todo sabe al lugar donde nace.
Las Rías Baixas son sinónimo de celebración. La historia, hazañas y tradiciones de cada pueblo, aldea o parroquia se conocen a través de sus festividades. Estas van desde las más reconocidas por su declaración de Interés Turístico Internacional, como las alfombras florales de Corpus en Ponteareas, la ancestral Rapa das Bestas de A Estrada o la Romería vikinga de Catoira, hasta las más tradicionales como la de la empanada de Bandeira en Silleda, el requeixo en As Neves, las ostras de Arcade, la trucha en Ponte Caldelas, el salmón en A Estrada, el vino en O Rosal y Salvaterra, la tortilla de Laro de Silleda, o la malla tradicional de Lalín, entre muchas otras.