Durante siglos Marín fue un pueblo marinero con sus hábitos, costumbres y tradiciones girando alrededor de su fuente de vida. ‘Nostra in mare fortuna’, implora el lema de su escudo, en manifiesta referencia al vínculo que desde la antigüedad tenía con el mar, algo que recoge su afamada gastronomía.
Marín en las Rías Baixas, mucho más que mar…
Marín nos consagra un portentoso panorama en su costa, bañada por las aguas de su ría, que ampara arenales y playas abrigadas por aguas cristalinas y arena fina. Como telón de fondo, su rica vegetación: Portocelo, Mogor, Aguete, Loira, O Santo, A Coviña y Lapamán, o la isla de Tambo.
Pero Marín es mucho más que mar. Es el lago Castiñeiras, de inigualable riqueza botánica y faunística, con una zona de ocio al aire libre, con una amplia laguna, refugio de peces y aves.
La diversión está asegurada en el Ecoparque multiaventura Cadro, y en el parque Finca de Briz o de los sentidos, con sus 20.000 mts cuadrados donde es tan posible deslizarse por un enorme tobogán y escalar por un rocódromo como experimentar con los sonidos, los instrumentos y el agua, o realizando algunas de sus rutas de senderismo para conocer sus molinos, playas o el Roteiro dos cinco miradores (Portocelo, O Cruceiro do Vento, Castro Subidá o de Cotorredondo).
Es su patrimonio arqueológico, con mámoas, dólmenes, o los petroglifos de Mogor tres grandes rocas con siete composiciones circulares y el Castro da Subidá, clave en la historia del municipio.
Destaca también su casco urbano, sus estrechas calles y plazas como la del Reloj o de Abastos. Aquí se disfruta del verdadero ambiente que rodea a la villa, siempre animada en su Alameda y sus concurridos jardines.; y, cómo no, sus populares fiestas: la de Carmen, la Virgen do Porto, San Miguel con su tradicional Danza de las Espadas, la fiesta de la sidra y la manzana de Santomé de Piñeiro…
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